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Enter the Void, Enter at your own risk

Desde los comienzos de su carrera, el director y escritor argentino Gaspar Noé ha dado mucho de qué hablar. Con innovadoras y provocadoras película, ha conmocionado a las audiencias y polarizado a los críticos. Su nuevo proyecto: Enter the Void lleva rondando en los festivales desde 2009, pero es en el 2011 cuando por fin nos llega a la audiencia en Puerto Rico.

Al ya haber visto “Irreversible”, uno de las películas más notorias de Noé, me sentía bastante preparada para ver Enter the Void, pensando que no había nada nuevo que el director pudiera mostrar que me sorprendiera. Boy, was I wrong!

Enter the Void, según descrita por Noé, es un melodrama psicodélico que intenta exaltar todos los sentidos del espectador, mientras que lo desorienta e hipnotiza con su chocante estética visual. Mientras que la historia central de la película toca temas sobrenaturales y espirituales, el director admite abiertamente que ésta no es más que una excusa para la avalancha de efectos visuales. Gaspar Noé ha expresado que sus experiencias con distintas drogas inspiraron grandemente el “look” de esta película y, es mi opinión, que estar bajo el efecto de las drogas sería una de las maneras más efectivas para entender la misma.

Nathaniel Brown y Paz de la Huerta interpretan a Oscar y Linda respectivamente. Dos hermanos americanos quienes, luego de la muerte de sus padres cuando eran niños pequeños, son separados para reunirse nuevamente en Tokio, donde Oscar es un vendedor de drogas y Linda es una “stripper”. Luego de un altercado con la policía, Oscar es asesinado y es ahí donde en realidad comienza el espectáculo astral que es el espinazo de la película.

El espíritu de Oscar [o al menos eso es lo que parece] comienza a rondar por la ciudad de Tokio, observando las interacciones de sus seres queridos después de su muerte, pero no sin antes darnos un tour de lo que fue su vida hasta ese momento. Con una mezcla de erotismo, morbo y, en algunos casos, una pizca de ternura, Noé nos deja ver la tragedia que Oscar ha protagonizado por gran parte de su vida y que sólo es suavizada por un verdadero afecto que comparte con su hermana. Es Linda su centro de gravedad cuando su espíritu recorre sin sentido el mundo que le rodeó antes de su muerte, observando muy de cerca cómo ella se autodestruye, insinuando sutilmente la naturaleza levemente incestuosa de su relación.

Enter the Void en ningún momento pretende ser un vehículo para que los actores demuestren sus habilidades, por lo que no ocuparé mucho espacio en criticar la actuación monótona y unidimensional de Paz de la Huerta. Sólo citaré a un escritor de NY Times, quien la llamó “Easy on the eyes if hard on the ears”. La historia está escrita completamente desde el punto de vista de Oscar y filmada en primera persona, lo cual nos da un aspecto visual interesante y diferente, pero limita lo que podemos ver del actor Nathaniel Brown, cuyo rostro sólo es mostrado cuando lo vemos reflejado en el espejo. El resto del reparto sólo sirven para proliferar estereotipos: el drogadicto artístico, el mafioso, la stripper, etc.

Sin duda Enter the Void amerita ser reconocida por su estética y la innovadora utilización de los efectos visuales. Las tomas y los cortes son realizados con tanta fluidez que la película parece haberse filmado en una toma y el director logra transportarnos a la mente del protagonista de una manera extraña pero muy efectiva. Sin embargo, estos efectos tendrían mayor impacto si la película hubiera sido más corta y concisa. La versión final tiene una duración de 154 minutos, una jornada maratónica para cualquier película, pero sobre todo para una tan saturada de color y movimiento. Lo que utilizado en moderación le puede parecer a la audiencia cautivador y novedoso, en exceso es repetitivo, desorientador y desagradable, sobre todo cuando es utilizado en combinación con las temáticas que toca Noé. Mientras que a algunos directores les gusta exaltar la belleza humana, Noé expone fríamente la escoria de la especie.

Muchas personas me han dicho que han disfrutado de ver Enter the Void pero, aunque reconozco que tiene su lugar en el cine, no puedo decir que soy una de ellas. Si usted aun así insiste en someterse a ella sólo los dejo con un consejo: “If you are going to Enter the Void, enter at your own risk”.

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