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La luz del cuatrienio

A solo horas de que abran los colegios de votación y se defina quiénes serán los nuevos (o viejos) empleados que administren el país por los próximos cuatro años es necesario que los que decidamos votar vayamos pensando en el bien del país. El bien de todo el país, no de los rojos, no de los azules, no de unos pocos, sino del País en mayúsculas.

Mal acostumbrados a la alternancia política escogemos que el futuro se defina en la calle a son del olor de goma quemada en el asfalto, “four-tracks,” gritos, insultos, caravanas, tapones, “tumbacocos,” en fin todo un espectáculo folklórico. Decidimos que el futuro se defina en solo 4 años y no en dejarle un mejor País a las generaciones futuras. Sufrimos miopía social no vemos más allá de eventos electorales, no vemos más allá de las campañas publicitarias, no vemos más allá del chijí-chijá.

¿Qué nos queda del cuatrienio? Ricos más ricos y pobres más pobres. Jóvenes estudiantes defendiendo que el acceso a la educación superior no esté condicionado al poder adquisitivo. Un Senado montado en “Party bus” apoyando a quien hoy es el convicto Héctor Martínez. Apagadas de micrófonos a la oposición. El cierre del Capitolio. Adjetivos como crápulas, garrapatas de una nueva cepa de dirigentes del país. Miles de desempleados, más Wal-marts. Patadas, macanas, gas pimienta. Molinos, escuelas del siglo XXI (en pleno 2012.) La discusión política llegó a las redes sociales. Esas redes sociales pusieron al descubierto la complacencia al racismo de parte de la Presidenta de la Cámara de Representantes que con uno “no me solidarizo de las expresiones vertidas” miró de largo y se le olvidó que le tocaba a ella un cese y desista a los cargos. Con la campaña a la alcaldía de San Juan descubrimos que no es necesario tantos días en campaña y que debemos limitarlos para que no desperdiciemos tantos días del años en el dime y direte de la campaña política. Hubo toallazos grandes y pequeños a acciones que no se le permitirían a cualquier hijo de vecino. Hubo insultos homofóbicos, machistas, clasistas de gente que hay que llamarla honorable. Hubo un positivo a cocaína que luego fue contratado por el Departamento de la Familia al Programa Tus Valores Cuentan. Hubo Chuchins, Evelynas, Schatzys, Jorges Suárez, Cirilos, Hernández Mayorales, Farinaccis… en fin que si seguimos no acabamos.

Pero hubo una organización, una familia que nos libró de un tubo que partiría el País en dos, que pensó en el futuro más allá de cuatro años, que no claudicó, que salvó el cuatrienio y la vida natural de este País: Casa Pueblo y los Massol. Si estos días no hubiesen sido tan oscuros quizás la luz de Casa Pueblo no la pudiéramos ver tan brillante. Sin Casa Pueblo no sabríamos que hay esperanza. Casa Pueblo se echó un país sobre sus hombros, lo cargó y lo salvó de sufrir un daño ecológico irreparable. A ellos, a su esfuerzo, a su compromiso con el ambiente, con la vida, con Puerto Rico a ellos, gracias.

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