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Como Poncio Pilato

Hace una semana el periódico El Nuevo Día publicó una nota en la que nos daba el monto anual que pagamos los abonados de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) para pagar los subsidios. Así, casi sin ayuda para digerir la información, nos dijeron que diariamente subsidiamos 1 millón de dólares de consumo de energía eléctrica. Entonces, los abonados pagamos $365.2 millones anuales mientras todavía no hay quién nos explique la factura en la que nos dividen entre: consumo, ajuste de combustible y compra de combustible. En fin, que ni un físico cuántico ha podido descifrar la misteriosa factura de energía eléctrica. Todo el mundo habla de que pagamos el “kilovatio/hora (kwh) más caro”, pero nadie sabe cómo explicar la factura de energía eléctrica.

No vengo a teorizar y a creerme experta sobre qué se debe o no hacer con la hoy, “tan odiada”, AEE. Para eso ya se han levantado algunos análisis como el de Sergio M. Marxuach del Centro para una Nueva Economía”: “La AEE y el futuro energético de Puerto Rico” o el de Jesús G. Alvelo-Maurosa en 80 grados: “Basura y microrganismos para generar combustible: una alternativa al problema de energía de Puerto Rico” como también la apuesta de Casa Pueblo al sol y al viento.  El debate y las propuestas del monstruo se han venido dando.  Lo que me parece curioso y a todas luces demagógico es el (doble) discurso de los políticos puertorriqueños, sí, esos seres de luz que ahora hablan, como si hubiesen llegado ayer, a querer salvarnos como héroes de tirillas cómicas y no fueran protagonistas responsables de lo que hoy nos parece un desastre insostenible que llamamos AEE.

Es que oigo ese media tour de los políticos y es como si fueran extraterrestres que de casualidad accedieron al poder y están ajenos a todo lo que acontece. Pues no, que los subsidios de $1 millón diario “a excepción de una tarifa especial por consumo energético para incentivar la agricultura, todos los subsidios son criaturas de la Legislatura.”  ¿Leyó bien? De La Legislatura. Entonces, los oigo levantando la bandera de que con este costo energético así no podemos tener desarrollo económico, como si no hubiesen vuelto a la AEE en ese lugar refugio de favores políticos.  ¿Cuántos empleados de la AEE han llegado allí solos, con su resumé a cuesta y sus competencias al día sin recomendación política? ¿Sin que le estén pagando un favor político? ¿Sin haber sido derrotado en una contienda de algún barrio cerca de usted?  ¿Acaso se olvidaron de los “pins” de Cucusa Hernández a Marco Rodríguez Ema gestionando trabajo para un pariente?  ¿Acaso no conocemos a uno, dos o tres que están allí porque tienen sangre azul o sangre roja?

Entonces, de qué se trata todo esto. De vernos, una vez más, la cara de tontos y pretender que olvidemos que son parte del problema. Pues no.  Administrar la AEE al son del viento cual partido político está en el poder y ahora venir a lavarse las manos y hablar de desarrollo económico como si tal cosa. Definitivamente, hay qué joderse.

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