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Crítica de Kong: Skull Island

¡El Rey ha vuelto, larga vida al Rey! Doce años después de la excelente adaptación de Peter Jackson, Warner Brothers trae de vuelta el gigantesco gorila en, Kong: Skull Island, una nueva aventura para batallar otras criaturas, en preparación para el magno encuentro entre Godzilla contra King Kong.

Es una historia completamente distinta a la clásica. En 1971, el investigador “Bill Randa” (John Goodman) convence un burócrata para que apruebe una expedición a una misteriosa isla en el pacifico que nunca ha sido explorada. El grupo incluye una escuadra de soldados estadounidenses a punto de salir de Vietnam, el mercenario ingles “James Conrad” (Tom Hiddleston), y la fotoperiodista “Mason Weaver” (Brie Larson). “Randa” mantiene secreto que la verdadera razón del viaje es probar su absurda teoría de “la Tierra Ahuecada”, en donde se esconden especies prehistóricas aun vivas.

Dice una desagradable leyenda, que el guion de la King Kong original (1933, cuando la segregación racial era completamente legal) es una alegoría de Merian C. Cooper a la percepción blanca del hombre negro y su llegada en cadenas a Estados Unidos, para servir al hombre blanco, el “peligro” de dejarlos integrarse a la sociedad, y una advertencia de como rebelarse les costaría la vida. Si eso fuera cierto (y quisiera que no), no importa pues Kong: Skull Island es una re imaginación con sus propias metáforas.

Kong: Skull Island no es tan inteligente como el guion de Max Borestein, Dan Gilroy, y Derek Connolly piensa que lo es. En lugar de la esclavitud, este filme trata de ser un comentario acerca de la política intervencionista de Estados Unidos. Helicópteros militares llegan a la jungla, y comienzan a lanzar explosivos; cuando los nativos se rebelan, los soldados lo toman personal y atacan con más fuerza.

En esta isla, Kong es el Rey. No solo porque es la criatura más poderosa que la habita, sino porque es quien único protege a los habitantes de horribles bestias que salen de la tierra por la noche, y la insistencia de los soldados en acabar con Kong para vengar la muerte de sus compañeros pone en peligro la seguridad de todos, incluyendo las propias. Estos extranjeros no aceptan que matar el Rey solo provocaría peores problemas con monstruos aún más violentos, que ellos no entienden, hasta que sea demasiado tarde.

Tan sutil como matar moscas a marronazos.

Nada de eso afecta porque Kong: Skull Island es entretenida de principio a fin. Mientras que Gareth Edwards trató a Godzilla como un misterio que debía guardarse hasta el final, Jordan Vogt-Roberts (The Kings of Summers) nos presenta el colosal simio casi desde la primera secuencia antes de los créditos de entrada. Luego de una rápida exposición con los desechables humanos, volvemos a ver a Kong destrozando helicópteros con agilidad, brincos, y movidas de lucha libre al estilo MMA. La isla será solitaria pero el tipo tiene tremendo entrenador escondido en algún lado.

Kong es la estrella, el resto están de visita. A pesar de tener más talento por pie cuadrado que la mayoría de las películas que he visto últimamente, el elenco no hace mucho más que verse hermoso y asustado. Si acaso “bad-ass”, como Samuel L. Jackson diciendo “Yo soy la caballería”. El único destacado es John C. Reilly, interpretando un aviador perdido en la isla calavera por 28 años, que se roba todas sus escenas con humor y algo de desarrollo.

Godzilla es mejor película pero, Kong: Skull Island es definitivamente más divertida. ¿Titánicos monstruos peleando? Por montones. A los niños les deberá encantar porque fui yo y salí contento y emocionado de ver a King Kong repartiendo cacao contra pulpos y lagartijas gigantes. Es una película veraniega antes del verano, que quiero volver a ver en la pantalla más grande posible.

¡Monstruosamente recomendada!

PS: Hay una escena después de todos los créditos

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