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Crítica de Papa: Hemingway in Cuba

La primera película de Estados Unidos rodada en Cuba en más de 50 años, Papa: Hemingway in Cuba es basada en la historia real de la amistad entre el periodista “Ed Myers” (Giovanni Ribisi) con el legendario escritor “Ernest Hemingway” (Adrian Sparks) durante los últimos años de su vida, justo durante la revolución Cubana y su cuarto matrimonio, lo cual es una irónica casualidad.

El filme es narrado por la voz de Ribisi como Myers, quien describe su difícil infancia y como los trabajos de Hemingway lo llevaron a querer ser escritor. Myers escribe una carta de agradecimiento al autor que no se atreve a enviar. Cuando su novia “Debbie” (Minka Kelly) envía la carta sin decírselo, “Hemingway” no solo la recibe y la lee, lo invita a visitarlo a su hogar en Cuba.

papa hemingway in cuba giovanni ribisiPapa: Hemingway In Cuba es una película histórica en muchas maneras. No solo por ser la primera filmada en el hermano país caribeño por una compañía estadounidense, sino porque fue grabada en la casa real del autor –a quien todos le decían “Papa”- y en varias localidades donde ocurrieron los hechos en vida real. Tristemente, eso es todo lo que la hace memorable, aparte de la interpretación de Sparks como el atormentado autor en su declive.

El mediocre guion de Denne Bart se mueve incoherente entre enfocarse en la amistad de “Papa” con “Myers”, su difícil matrimonio con “Mary” (Joely Richardson), su incursión en la revolución, y su debilitadora depresión. Como si eso no fuera suficiente, el filme también toma tiempo para presentar el drama de “Myers” tratando de decidir si dedica su lealtad al autor, su novia, o su carrera.

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Los mejores momentos del filme ocurren cuando “Papa” y “Myers” pasan tiempo juntos, pues ahí vemos una personificación real de estos personajes, más allá de los mitos que se han formado con el tiempo. En una escena, vemos como varias personas interrumpen la conversación para pedir autógrafos; Hemingway los complace con una mirada triste, pues Sparks es fantástico en sus gestos, demostrando la timidez, casi ansiedad, del autor perdiendo su privacidad.

En otro momento, Hemingway se da un trago luego de ser testigo de un ataque a estudiantes protestando con el gobierno, mientras lamenta el horror de la guerra. Es una escena corta pero poderosa, un rápido comentario sobre el efecto de los conflictos bélicos, aun en aquellos que solo los reportan, como hizo Hemingway cuando fue corresponsal.

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El resto de la película falla en mantener un interés genuino más allá de lo histórico. Sparks se mantiene constante en su magnífica encarnación, siendo su segunda vez en la piel del autor pues originalmente lo había interpretado en teatro.

Esta producción hubiera funcionado mucho mejor como una serie limitada para televisión, en la cual podría haberse enfocado en cada aspecto de la tragedia que fue los últimos años de vida de Hemingway, y aquellos que lo tuvieron que soportar, especialmente “Mary”. Todos se merecían algo mejor.YARI-PAOS-01_27x40_031816.indd

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