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Crítica de I’m not Okay with This

Si estás buscando una serie que combine varios géneros para ver rápida y fácilmente, Netflix estrena I’m not Ok with This, una nueva producción original basada en la novela gráfica homónima, escrita por Charles Forman, también autor de The End of the Fxxxng World, y producida por los hermanos Levy, creadores de la mega popular Stranger Things.

Una forma fácil para describirla es como una combinación de Carrie + X-Men + Pretty in Pink + Stranger Things, con toda la ansiedad adolescente que puedas aguantar en ocho episodios de 30 minutos o menos.

Me gustó lo suficiente para verla completa sin sentir como si me estuvieran obligando, pero probablemente la audiencia para la cual está dirigida la disfrute más.

¿Y qué audiencia es esa? Podría decir fácilmente que es para la Generación Z, sino estuviera repleta de referencias a la cultura pop de los 80’s y 90’s – una tendencia que ya necesita descansar urgentemente.

Sophia Lillis (IT: Chapter One, Sharp Objects) interpreta a Sydney, una introvertida adolescente lidiando con la pérdida de su padre, una madre abrumada y un hermano menor. Sydney solo comparte con su mejor amiga Dina (Sofia Bryant), quien es prácticamente lo contrario; popular, llevadera y repleta de energía.

Vivir sin casi amigos en una pequeña ciudad estadounidense, donde gente como ella son inmediatamente mirados con el rabo del ojo, ya es suficiente difícil, pero Sydney todavía tiene otro problema con que lidiar: sus emergentes poderes mentales.

Lillis es la razón principal por la cual I’m not Okay With This funciona la mayor parte del tiempo. Su Sydney es lo suficientemente densa para ser interesante pero nunca demasiado pesada para descartarla. Su carisma natural hace que Sydney se mantenga en el centro de atención y le ayuda la química con el resto del elenco, tanto Bryant como Wyatt Oleff interpretando a Stanley, un vecino cercano interesado en pasar tiempo con ella.

No hay que ser un genio para entender que los poderes mentales de Sydney son una representación de la ansiedad juvenil, el luto, y la frustración de ocultar del mundo quien realmente es.

Precisamente por esas habilidades I’m not Okay with This se siente como una especie de manifestación emocional del autor sobre sus propios años adolescentes, o quizás sea una proyección mía, porque también quise tener poderes para lidiar con las dificultades de esa difícil época de mi vida.

La trama durante la mayoría de los episodios transcurre con Sydney descubriendo sus habilidades, intentando ocultarlas mientras busca como bregar con la situación en su hogar, su amiga Sofia alejándose por su propia relación, y los avances de Stanley. Sin embargo, el episodio final se siente tan fuera de lugar que sospecho fue impuesto a la mala para obligar otra temporada.

Si hay algo que los creativos modernos deberían copiar del contenido en los 90’s y antes, es que contaban la historia que querían sin estar pendientes a poder volver al futuro.

De todos modos I’m not Okay with This resultó entretenida e interesante, dando más evidencia que Lillis se encuentra en camino a una prometedora carrera y perfectamente adecauda para un “binge” inofensivo  que provocará conversación en redes sociales aunque dudo que sea recordada más allá de dos o tres semanas.

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