Crítica de A Star Is Born – Un gran director nace en Bradley Cooper - QiiBO QiiBO

Crítica de A Star Is Born – Un gran director nace en Bradley Cooper

“I was down on a frown
When the messenger brought me a letter
I was raised by the praise of a fan
Who said I upset her
Any girl in the world
Could have easily known me better
She said, “You’re strange, but don’t change”, and I let her.”
Mr. Soul
, Neil Young

El pasillo es oscuro. Hay un hombre parado en él. Se escucha el aclamo de una fanaticada inquieta. Todos llaman su nombre. Jackson Maine. Jack, como prefiere que lo llamen, ingiere pepas y bebe su whiskey. Sube al escenario. El público enloquece. Junto a él se encuentran Lukas Nelson + Promise of the Real, y ya que en la película nunca se establece que sean alguna banda ficticia, voy a suponer que hacen de si mismos. Comienza la música. Bradley Cooper, quién interpreta a Jack y dirige el filme, toca una guitarra sucia y agresiva que instantáneamente me hace pensar en las melodías más pesadas de Neil Young, de quién Cooper se ha profesado admirador anteriormente. Cortamos. Ally trabaja en un restaurante. Su vida no es lo que espero, no es lo que quiere. Al terminar su turno, se dirige a una barra local. Ahí interpretará La Vie en rose vestida de drag. Ahí su camino y el de Jack se intersecan.

A Star is Born es la cuarta (o quinta, depende de a quién le preguntes) película en contar la historia de un hombre en el tope de su carrera (asomándose al declive) y una mujer soñadora y talentosa que desea ser una estrella por cuenta propia, y el romance naciente entre ambos. Admito ignorancia sobre todas las otras versiones. Nunca las he visto. Pero ahora definitivamente lo voy a hacer.

La forma en la que Cooper consigue recontar esta historia solo puede ser descrita como magistral. El hecho de que esta clase maestra de economía narrativa sea dada por un director debutante es aún más extraordinario. Claro esta, ninguna película lo hace una sola persona, excepto It’s Impossible to Learn to Plow by Reading Books, pero eso es una historia para otro día. Cooper escribió el guion junto a Eric Roth, quién tiene demasiados créditos sobresalientes como para caber en esta reseña. Solo búscalo. La cinematografía cayó en manos de Matthew Libatique, director de fotografía usual de Darren Aronofsky. De la edición se encargó Jay Cassidy, quién tambiémn editó las películas en las que Cooper actuó para David O. Russell. Este Dream Team que Cooper ha coleccionado detrás de cámaras resulta en un filme que es a la misma vez narratívamente ligero pero emocionalmente pesado. Aun con todos los sucesos que ocurren en el transcurso de la historia, la película nunca se siente lenta ni aburrida. Pero los golpes. Wow. Los golpes se sienten.

El uso de close-ups, los cortes abruptos, la utilización de la música, la ligereza con la que se cuenta el meet-cute y el romance eventual, los colores, las luces, la química entre todo el elenco. Todo es extraordinario. Y hablando de elenco, qué elenco.

Bradley Cooper sorprende con su rocanrolero country. Su tono al hablar tiene la profundidad y el vibrato natural de Eddie Vedder, y sus miradas en los silencios tienen un poder que nunca había visto provenir de él. Lady Gaga me tomó desprevenido con su interpretación naturalista de una mujer aferrándose al borde de la esperanza. Sam Elliot me sacó una lágrima, y es lo único que diré sobre el tema. La participación de Dave Chapelle fue mínima, pero complaciente. Andrew Clay Dice estuvo irreconocible hasta que me puse a revisar la lista de actores en la película. Si hubo un eslabón más débil en el departamento actoral, lo fue Rafi Gavron, quién interpreta al manejador de Ally. Gavron es cómo un Orlando Bloom en descuento, sin nada de su carísma ni presencia escénica.

La película no es perfecta, sigue siendo un debut direccional. El tercer acto, aunque efectivo, es un poco cuestionable en su ejecución. La canción final no me tocó tanto como el rock pesado evocador de Neil Young, pero hizo a mi acompañante llorar, así que es una cuestión de gustos músicales. En algunos momentos, la transición de las escenas a los close-ups romantizados de las caras de los personajes pudieron ser más llevaderas.

Pero realmente, nada de eso importa. Las cosas que la película hace bien, las hace tan bien que se te olvidan sus fallas. A Star is Born es entretenimiento premium para quienes buscan algo más serio y resonante que el último blockbuster de franquicia. Quizás es por lo mucho que amo a Neil Young y su obvia influencia en el estilo musical de la película (Lukas Nelson + Promise of the Real, la banda que les mencioné en el comienzo, es la que acompaña actualmente al legendario canadiense) pero esta fácilmente caerá en mis diez favoritas del año.

Si estás buscando enamorarte, si estás buscando llorar, si estás buscando soñar o si estás buscando escuchar la guitarra eléctrica más asquerosa del año, A Star is Born es la película para ti.

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