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Crítica de Gemini Man

Cuando Avatar (¿la recuerdan?) estrenó en el 2009, reencendió la fiebre por el 3D en el cine, y tuvimos que aguantar años de estudios queriendo sacarle dinero extra en taquillas usando el “gimmick”, algunas veces con resultados decentes (The Martian) en otros desastrosos (Alice in Wonderland, y no se cuantas secuelas de Transformers). Justo cuando ya terminaron los intentos, llega Ang Lee (Crouching Tiger, Hidden Tiger) queriendo hacer lo mismo con Gemini Man.

Lee ha dicho públicamente que el futuro del cine es el 3D en Altos Cuadros por Segundo (HRF, por sus siglas en inglés, deletreando “High Frame Rate”) y, para probarlo, filmó Gemini Man en 120fps (Cuadros por Segundo) imagen 4K. Si tan solo le hubiera dado tanta importancia al guion.

Afortunadamente, Lee llenó su filme de personalidades agradables, y ninguna existe mayor que Will Smith. El eterno Príncipe de Bel-Air interpreta a Henry Brogan, el mejor y más letal agente de la Agencia de Inteligencia y Defensa, que decide retirarse luego de su más reciente trabajo. Brogan alega que se trata de reducción en sus habilidades pero, la verdadera razón, como le confiesa a sus cercanos, es su conciencia atormentándolo luego de 72 muertes confirmadas. Se debió retirar a un hospital de terapia.

Su nueva vida no le dura mucho. Cuando Henry se entera que su última misión fue un engaño, la agencia decide extender su retiro al otro mundo, por lo que ahora tendrá que huir a distintas partes del mundo buscando la verdad. Junto a él van Danny Zakarewski (Ramona Flow- perdón… Mary Elizabeth Winstead), y Baron (Benedict Wong), un antiguo compañero de guerra.

Detrás de ellos va Junior (también Will Smith), un clon sacado de Henry hace 25 años, que ha sido criado por Clay Verris  (Clive Owen), actual director de campo de la agencia.

Gemini Man es un filme cuyo libreto lleva dando tumbos desde los 90’s, y se nota que es un producto de esos tiempos. Esto fácilmente pudo haber sido una de esas películas que Arnold Schwarzenegger hubiera hecho antes de meterse en la política, con la cual desconectas el cerebro un rato y te entretienes 90 minutos.

Por su lado, Lee decidió usar Gemini Man como un estudio de la naturaleza versus crianza, reflexión sobre hacerse viejo, y muchos, muchos disparos. El problema es que la historia no es ni tan complicada ni interesante como para justificar tantos momentos dramáticos, y definitivamente pudo beneficiarse de menos duración, especialmente durante el segundo acto. Hacen falta los editores de los 80’s, que cortaban la grasa y dejaban lo bueno.

Lee es uno de esos directores que, o hace obras maestras o pierde control yéndose por un hoyo negro. Gemini Man cae en el medio. Me encantaron las escenas de acción; hay una secuencia de persecución en motora a través de Cartagena, Colombia, que ya declaro una de las mejores que he visto, y Lee aprovechó su método de grabación para ponernos cada momento, cada frenazo, y pedazo de cristal, volando en pantalla, poniéndome al borde de mi silla.

También diseño excelentes momentos de combate mano a mano que se ven sucios, reales y duros. En esta película tuvieron que usar ben-gay por galones; hasta yo salí con dolor en las costillas.

Gemini Man me gustó pero, tampoco pelearé por defenderla contra los que no. Me encanta cuando un cineasta experimenta con nueva tecnología, y esto es para verla en donde quiera que la transmitan digitalmente para aprovechar la imagen nítida, especialmente durante las escenas de acción. Solo queda esperar ver que otros creativos harán con el mismo proceso.

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