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Crítica de Rocketman: Mágico Realismo Musical

Hay tantas biografías que es un milagro que a nadie se le haya ocurrido hacer un universo compartido de estas. Obviamente no lo harán porque ya existe: la vida real. Pero si alguien intenta esa horrible idea, espero que sean los responsables de Rocketman, la encantadora película basada en la vida de Elton John que estrenó recientemente en los cines de Puerto Rico y Estados Unidos

Al igual que el incomparable icono musical, Rocketman no intenta inventar la rueda sino decorarla de colores, emociones y todo el realismo mágico posible pero, sin perder el foco de presentarnos el hombre detrás de las gafas, pelucas y capas.

Rocketman es muchas cosas: biografía, comedia, drama, musical, y teatro de lo absurdo. Pero sobre todo es un honesto testimonio del inmenso poder del arte en nuestras vidas; como puede elevarnos, destruirnos y revivirnos, a veces a la misma vez. Me encantó.

Lo que separa esta producción de tantas otras contando la crónica de famosos, es como intercala los momentos en la vida de Reginald Kenneth Dwight, mejor conocido como Elton John, con la música que lo hizo estrella. El director Dexter Fletcher (Eddie the Eagle) compone transiciones a través de números musicales coreografiados que van contando la historia de Elton tanto como la letra y los momentos dramáticos, logrando un ritmo envidiable – esto no desperdicia un segundo de escena – y en momentos llevándonos a través de secuencias que lo mismo pueden ser sueños, alucinaciones o parte de la fantástica imaginación del cantante y compositor.

Taron Egerton (Kingsman: The Secret Service) hace su mejor trabajo hasta el momento, transformándose en ambos hombres: Regginald y Elton al mismo tiempo y separados. El guion de Lee Hall maneja la dicotomía de persona y personaje de la forma más humana que he visto desde Walk the Line, presentando las inseguridades de Regginald como motivación para encontrar su persona en escenario pero, nunca dejando de ser “Reggie”, el niño abandonado por su padre y maltratado emocionalmente por su madre, ambos traumas que lo llevan a buscar la aprobación de todos en su vida.

El otro triunfo de Rocketman es su honestidad. Contrario a otras biografías (tos, tos, ¡Bohemian!, tos), aquí no hay paños tibios con respecto a los excesos de Elton frente y detrás de los escenarios y como afectaron su vida. De hecho, uno de los detalles que más me impresionó fue que, en lugar de caer en la trampa fácil de otras producciones, el principal problema de Elton no fue su uso de drogas sino su lucha interior por ser amado, algo con lo que cualquiera puede identificarse.

Podría seguir escribiendo de lo mucho que me gustó Rocketman pero prefiero decirles que me reí, canté (en voz baja, por supuesto) y me envolví en la fascinante vida de Reggie y Elton, dos personas, un solo hombre, una excelente actuación de Egerton. Un divertido rato en el cine, buena música, ¿Qué más se puede pedir? ¡Inmensamente Recomendada!

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