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Crítica: Finding Dory

A veces Pixar nos hace sufrir. Les gusta hacernos esperar largos años por secuelas a excelentes películas, pero es necesario y hasta se lo perdonamos cuando producen películas como Finding Dory (ya vemos que pasa cuando hacen historias muy corridas, I’m looking at you, Cars!). La nueva entrega de Pixar no pierde en nada la esencia de su antecesora ni sacrifica la calidad a la que estamos acostumbrados por este icónico estudio de animación.

FINDING DORYFinding Dory empieza presentándonos un poco de la historia de Dory. Cuando la conocimos en Finding Nemo, no sabíamos -ni nosotros, ni ella- nada sobre su vida. Aquí Pixar nos da uno de los personajes bebés más cute de la historia, pero me voy por la tangente. Cuando descubrimos que Dory tiene una familia a la que ha recordado y olvidado en múltiples ocasiones que está buscando, es que se encuentra con Marlin justo luego de que Nemo fuera secuestrado. De ahí brincamos al presente, donde Dory vive una vida feliz y activa con todos sus nuevos amigos.

En un viaje al paso de emigración de las mantarayas, Dory sufre un pequeño accidente y su memoria le empieza a dar pistas que debe seguir para poder encontrar a sus padres. La película funciona tanto como para la nueva generación como para los que nos disfrutamos tanto a Nemo porque incluye referencias y hasta respuestas a incógnitas de la entrega anterior.

finding-doryComo toda película de Pixar, las experiencias de Dory y todos sus amigos sirven como metáforas para enfrentar diferentes situaciones y sobrepasar impedimentos. Aunque en ciertos momentos me parecieron demasiadas las partes en que Dory y compañía tienen dificultades para llegar a su objetivo, la película funciona muy bien. Prepárense para ir al cine con sus hijos varias veces a verla porque está muy buena.

Solo les pido que consideren algo: los niños ven a Dory como una extensión del pez pacific blue tang (la raza de Dory) por ende, personas y pet shops empezarán a vender estos peces porque están de moda y los niños los van a pedir. La realidad es que ellos son son muy delicados, se enferman fácilmente y sufren en cautiverio. De hecho, no se pueden reproducir en tanques. Si la demanda de estos peces sube mucho puede afectarse la población de manera adversa. Si su hijo/a quiere una Dory habrá suficiente mercancía en las tiendas que le podrá comprar. De todas formas, los peces son mascotas bastante aburridas.findingdorysmall

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