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Crítica: The Devil all the Time

¿Eres el producto de la vida que has tenido o estás pre determinado a repetir los errores de tus padres? ¿Eres el resultado inescapable de tu crianza? ¿Y de dónde creciste? Al final del día, ¿realmente tenemos opción de cambiar nuestras vidas? The Devil all the Time no contesta ninguna de estas preguntas pero si las provoca, envueltas en una narrativa desembocando en un final que enojará tantos como posiblemente haga llorar otros.

 El nuevo filme original de Netflix, dirigido por Antonio Campos (Christine), basado en el libro de Donald Ray Pollock – también narrador – podría describirse como “Pulp Fiction en el sur de Estados Unidos”, aunque no es tan buena como la obra maestra de Tarantino, comparte el estilo narrativo de brincar en el tiempo, para darle contexto a lo que vemos.

Arvin Russell (Tom Holland) es un callado chico viviendo en un pequeño pueblo de Virginia del Oeste junto a Lenora Laferty (Eliza Scanlen) su hermana adoptada, su tío Earskell (David Atkinson) y su cariñosa abuela Emma (Kristin Griffith). Detrás de su afable rostro, Arvin esconde el terrible trauma sufrido cuando niño, con la muerte de su padre Willard (Bill Skarsgård) y madre Charlotte (Haley Bennett).

Criado con amor por Emma, Arvin dedica sus días a planear su futuro como trabajador de carreteras y cuidar a Lenora, también huérfana de padres, altamente religiosa y todavía más tímida que Arvin. Con la llegada del nuevo predicador Preston Teagardin (Robert Pattinson) al pueblo, la relación entre Lenora y su familia cambia radicalmente, llevando a Arvin hacia un peligroso nuevo trayecto.

¿O quizás siempre estuvo destinado a la violencia? ¿Tuvo realmente alguna vez Arvin la opción de escapar la oscuridad que la terrible marca que le dejó su padre en el alma?

Mientras tanto, Carl (Jason Clarke) y Sandy Hernderson (Riley Keough) son una pareja recorriendo las solitarias carreteras rurales de Ohio en búsqueda de algo que probablemente los lance contra Lee Bodecker (Sebastian Stan), el corrupto sheriff del pueblo que ayudó a Arvin todos esos años atrás en la peor noche de su vida.

The Devil All The Time es un drama cocinando a fuego leeento, hay que sentarse a verla con mucha paciencia pero, recompensará especialmente aquellos que disfruten apreciar los buenos trabajos actorales, la principal fortaleza de esta producción.

Especialmente Sebastian Stan, prácticamente irreconocible detrás del cuerpo hinchado de Bodecker, viéndose incomodo en su propia piel. Stan interpreta a Bodecker como una persona consciente de su propia pudrición moral, como si fuera una enfermedad comiéndoselo por dentro.

Holland es efectivo en la piel de Arvin; un sujeto escondiendo una intensidad mortal, recordando el conductor anónimo de Ryan Gosling en Drive. Por su lado, Pattinson nuevamente demuestra porque su carrera se ha llenado de elogios, encarnando un Preston aprovechando su carisma y posición para satisfacer sus peores instintos. La lenta trama falla en hacer de sus personajes tan interesantes como podrían ser, manteniendo un tono gótico, rayando en depresivo, que podría espantar aquellos buscando entretenimiento liviano.

Aunque yo me mantuve pendiente de principio a fin, se me hace difícil recomendar más allá de decir “a mí me gustó pero no me atrevo a recomendarla”.

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