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La Estadidad y la representación congresional

Recientemente, habíamos dedicado espacio para comentar sobre el asunto del Estatus.  En esa línea, publicamos las columnas PIP vs. Los MUSarañas y Una MUSaraña le contesta a un PIPtufo Sin embargo, el asunto de la estadidad no lo habíamos abordado, porque no habíamos encontrado un escrito que planteara otro asunto mas allá de las consideraciones político partidistas.  Con esto en mente reproducimos la siguiente columna de Eduardo Nater, líder la mayoría silente en la UPR y estudiante de Ingeniería del RUM.

A cada estado le corresponde elegir dos senadores al Senado federal por términos de seis años. Los representantes de la Cámara de Representantes federal son electos cada dos años y la cantidad que le corresponde a cada estado varía según su población.

La Cámara tiene un total fijo de 435 escaños. El proceso de repartirlos entre los estados se efectúa luego de cada censo decenal y se conoce como prorrateo o “apportionment”, en inglés. Por consiguiente, los estados no tienen una cantidad fija de escaños. Cada prorrateo se implementa en el próximo Congreso luego de que se ofrecen los resultados del censo.

Puerto Rico, por ser un territorio no-incorporado, es excluido de este proceso. Sin embargo, tenemos un miembro sin voto en la Cámara de Representantes, nuestro Comisionado Residente, puesto que se creó mediante la Ley Foraker de 1900. El total real de miembros de la Cámara es de 441, pero de estos, se consideran representantes con voto a los 435 de los estados. Los restantes seis miembros son nuestro Comisionado y cinco delegados de los otros territorios, posiciones creadas por ley. La Constitución solo obliga al Congreso a otorgarle representación a los estados. Actualmente, este asunto es objeto de litigio federal (Igartúa IV) en el Tribunal de Apelaciones en Boston.

Ante la interrogante de cuántos escaños nos corresponderían, realicé los cálculos para obtener este dato. El procedimiento establece que todos los estados comienzan con un representante, el mínimo constitucional. Los restantes se adjudican considerando un factor de prioridad que depende de la población del estado y el número de escaños que ya tiene adjudicados anteriormente en el procedimiento. Al estado con mayor factor de prioridad se le adjudica el próximo escaño y se repite el procedimiento hasta que todos los escaños estén repartidos.

Desde el Censo 1950 hasta el Censo 2000, a Puerto Rico le correspondían seis escaños en la Cámara. Con el Censo 2010, al perder población, también perdimos un escaño. Ahora serían cinco a partir del 2013. Los escaños provendrían de California, Florida, Minnesota, Texas y Washington. La “década perdida” recién terminada no solo nos ha costado económicamente y poblacionalmente, sino que nos restó poder político si fuéramos un estado, similar a los 50 estados donde residen la mayoría de los 8 millones de ciudadanos americanos que somos puertorriqueños.

El estatus territorial de Puerto Rico nos impide tener representación legítima con voto en ambas cámaras. De ser estado, tendríamos derecho a una delegación de siete congresistas compuesta por dos senadores y cinco representantes. Actualmente, esto es mayor representación que 21 estados, la misma que poseen Connecticut, Oklahoma y Oregon, y menor que 26 estados.

La gran mayoría de los puertorriqueños atesoramos la unión permanente con los Estados Unidos y la ciudadanía americana. La pregunta es clara y sencilla, ¿queremos que esto continúe o queremos tomar el paso que nos garantice verdadera representación en el Congreso? Solamente la estadidad garantiza la obtención de la representación que nos merecemos como ciudadanos americanos. Solo la estadidad nos sacaría de ese espejismo que han apodado “lo mejor de dos mundos”.

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Nota del editor: Esta columna fue publicada originalmente el 15 de febrero de 2011 en la página 23 del periódico El Vocero bajo el título La  Pérdida de Representación Congresional en la “década perdida”

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